22 August 2007

Un fenomeno celestial

Cazar venados supone la cumbre de los sacrificios, el momento de la gratificación de los dioses. Significa a través del dolor sufragar los golpes del odio altísimo …
Anoche tuve una revelación, fui anunciado de la presencia de un alacrán por una tijerilla que noctambula paseaba sin más por encima del empeine reclamándome el argüende de la tarantela a la vez que mostraba su curso de hechicería, su magia, su vals.
La tijerilla me percató de cierta presencia, pues la inofensiva dama podadora compartía el terreno con un guerrero aventajado que además de pedipalpos llevaba una lanza con un elixir capaz de transformar el aire en angustia, una alquimia de purgatorio. Grandes armas, ambas épicas e inquisidoras, herramientas de verdugos justicieros e infames. No tuve más remedio que juzgarlas a ambas, sin embargo me faltó pericia en la tribuna y pronto fui vituperado por el certero movimiento del inconforme alacrán.
Esos monstruos al igual que las bestias que montaban las valquirias fueron retirados de las leyendas como grandes sabios.
El alacrán reboza su sabiduría en el fuego de la noche completando el éxtasis arrojándose a las llamas, las valquirias cabalgan en grandes lobos más no en caballos como hoy se pretende en los cuentos infantiles.
Pronto el corazón palpita, arde el candil, comienza el sueño evaporándose en cada poro… duermo tranquilo mientras el cielo vomita su escarlata. Sobran dos casualidades en esta fábula.

1 comment:

chris said...

maravilloso texto! lo cotidiano se vuelve exquisito. salu2